Tránsito

Texto escrito para la muestra "Inframundo" con Diego Perrotta en el Centro Cultural Recoleta, 1997

La idea de tránsito nos lleva a concentrarnos en el desplazamiento, que también supone un hipotético punto de partida y de destino.
Siendo el vídeo un arte del movimiento, intentamos ocupamos del pasaje de un estado a otro y no de cada uno como situación de reposo.
Esto nos trae a la memoria las fotos de los cuerpos en movimiento, con sus bordes desgarrados, como si quisieran demostrar que en realidad su justificación está en el devenir entre dos puntos, resistiéndose a una definición estática, a un registro perfecto.

Cambio y transición:

En ninguno de los sistemas de análisis tradicionales existe un tránsito sin cambio de estado. Una vez que un cuerpo está en tránsito, nunca volverá a ser el mismo; el cambio es inexorable.
En la ciencia tradicional, a menudo se lleva a cabo un análisis en el cual se formula una ecuación en donde el estado inicial, más / menos los fenómenos que se producen en el tránsito (en el cambio de estado), pueden explicar el estado final (si no se ha omitido alguno de los elementos puestos en juego – allí suele estar la trampa).

Inmaterialidad:

¿ Dónde está lo inmaterial ?. ¿ Llegaremos en algún momento a poder medir o sopesar los cambios del espíritu ?.
Si con una balanza muy precisa pesáramos una obra de arte en dos instantes, antes y después de considerarse terminada: ¿ el fiel acusaría alguna variación debida a la incorporación de aura en la obra ?.

Levitación:

El estado de levitación parece transcurrir durante un fenómeno en donde podría alterarse la ecuación del punto inicial y punto final.
Pareciera más un tercer estado en donde se suspendiera por un momento el reinado de las leyes de nuestra física, y podría volverse a cualquiera de los dos estados anteriores sin ninguna pérdida de energía. Durante la levitación no hay un verdadero tránsito, este estado distinto del inicial y del final, podría prolongarse sin posibilidad de predecir el momento en que se vuelve al anterior.

Tránsito:

¿ Por qué la muerte en la gran mayoría de las religiones se asocia con un estado de tránsito, de pasaje entre un lugar y otro ?. ¿ Se produce algún cambio durante ese tránsito ?.
¿ Se podrá registrar ese desplazamiento, aunque sea obteniendo registros desgarrados ?.
¿ Funcionarán las ecuaciones para nuestro análisis ?. Una de las funciones de cualquier ecuación es la de poder inferir el resultado final conociendo el inicial y los cambios: ¿ Podremos imaginar el estado final después de la muerte, si pudiéramos retratar ese tránsito, imaginar el tránsito hacia él ?.

Nuestra infancia en los años 60 mirando al Cosmos versus las redes actuales

Texto escrito en ocasión de la presentación del video Lajka en la muestra Tiempo Sideral en el Planetario de Buenos Aires, 1997

En los tiempos de nuestra infancia, un esquema bipolar imperaba en el Mundo, y podían reconocerse claramente dos utopías.
En nuestros sueños mirábamos las estrellas y ubicábamos al hombre como parte de un Universo, en su concepción cósmica, quedando la Humanidad completa resumida como una pequeña partícula de polvo en el océano galáctico.

Actualmente las redes de información y la realidad virtual presentan un panorama sin polaridades, en una extensión sin puntos cardinales. ¿ Dónde está el Sur, dónde el Norte ? ¿ Y el Este y el Oeste ?.

En el ciberespacio de las redes, el poder no está relacionado con la orientación, (ésta última a su vez íntimamente ligada con la gravedad y las leyes de mecánica estelar). Como los problemas de ubicación y coordinación de un astronauta en la ingravidez, todas las direcciones posibles requieren del mismo esfuerzo para ser vencidas.
Hoy el hombre se define en función de su capacidad de interconexión, y el poder se fundamenta en la cantidad de unidades de información por segundo a las que puede acceder y procesar (o traficar), algo que los técnicos llaman "ancho de banda".
Por supuesto, existen ricos y pobres en esta red, tal como existen arterias principales y pequeños vasos periféricos, los menos desarrollados han accedido a pequeños riachos bastante alejados de los brazos principales.

Por otro lado, en nuestra infancia vivíamos la amenaza latente de la autodestrucción. Una especie infinitamente pequeña con suficiente poder para eliminarse a sí misma. Fue la era del nacimiento de la ecología como respuesta a la auto-agresión.
La oportunidad que dio la visión de la Tierra desde el espacio, el alejarse del mundo para mirarlo desde una distancia suficiente para abarcarlo en su totalidad, fue lo que brindó a los ecologistas su principal arma : el mundo en el que estábamos viviendo se comportaba como un sistema biológico complejo, al cual estábamos agrediendo. La paz no era una bondad en sí misma, sino lo que había que conseguir para no herir a este organismo que estábamos empezando a reconocer.
El hombre o en general los seres vivos, colocados en el espacio, parecían frágiles y manteniendo su vida con mucho esfuerzo en un medio gélido y falto de oxígeno.

Hoy, en realidad las computadoras y las redes son "extensiones" del cuerpo o bien prótesis del mismo (en la ciencia ficción actual comienzan a aparecer los mecanismos híbridos biónicos, o bien máquinas con adición de tejidos vivos). También recientemente ha aparecido la idea de comunidades con cerebros colectivos distribuidos a modo de redes con crecimiento canceroso, ávido de captar organismos biológicos para insertarse (éstos últimos probablemente tengan más desarrollada la capacidad de auto-reconstitución). Nada más cercano a la paranoia del surfing en las redes : el temor a ser captado subrepticiamente y perder el dominio de la propia intelectualidad, pasando nuestras neuronas a ser una extensión más de este circuito.

Las fantasías paranoicas de la década del 60 eran, como en "2001 Odisea del Espacio", que una gran Computadora (de la que el hombre estaba asépticamente separado, "individuado") se rebelara contra la Humanidad y tomara el control : nosotros como esclavos de nuestra propia creación. Pero como era un enemigo tangible, tan determinado como la Unión Soviética para los Estados Unidos y viceversa, nuestra hipótesis de defensa era cortar el switch principal que le daba alimento a ese organismo. En la imaginación de la ciencia ficción actual, el enemigo está atomizado, y nuestra estrategia de defensa no podría ser otra que la guerra de guerrillas : no existe ningún switch principal, y no hay posibilidad de "herir de muerte" a este organismo, que ha aprendido de la biología el reemplazo de funciones de una célula muerta por otra que la sustituye, con caminos alternativos para continuar el flujo incesante de información en la red.

La historia de la perra Laika presenta varias facetas que pueden ser relacionadas con estas especulaciones.

En primer lugar se presenta como el mejor ejemplo de la fragilidad de la vida fuera de la atmósfera terrestre protectora. Si bien hasta el momento del lanzamiento de Laika al espacio, ya habían sido llevadas a cabo otras experiencias con perros sometidos a las fuerzas provocadas por la aceleración, y experiencias de ingravidez de duración muy limitada, el delicado y meticuloso equipo de medición de las reacciones musculares de Laika, como así también los numerosos electrodos de plata colocados en su cuerpo, conferían a ésta experiencia un valor científico muy importante en el avance a viajes tripulados por humanos.

Lamentablemente,y esto relacionado con las especulaciones ya comentadas más arriba acerca de la Guerra Fría, éste experimento fue realizado anticipadamente, sin haberse desarrollado aún las técnicas de reingreso a la atmósfera, con lo cual, ya en su concepción, el mismo finalizaba con Laika inmolada en pos de la ciencia Espacial. Inclusive, algunos estudiosos consideran las experiencias llevadas a cabo como incompletas, dejando entrever la tozudez soviética por colocar elementos en el espacio más pesados y más alto que los americanos. En gran parte, éstos éxitos iniciales se debieron a la rapidez con que los rusos contaron con un cohete transportador confiable, en parte heredado tecnológicamente de los experimentos de la Alemania nazi.

Por último, podemos elaborar una hipótesis acerca de por qué los experimentos de los rusos incluían perros (Laika no fue la única enviada al espacio por los soviéticos, pero los americanos prefirieron los chimpancés, los ratones, etc.). En toda la historia soviética los perros fueron utilizados como animales de laboratorio (basta recordar las experiencias de Pavlov sobre los reflejos condicionados). Además, como dato curioso, la edición original soviética de la novela "De la Tierra a la Luna" de Julio Verne, tiene en una de sus ilustraciones una perra muy parecida a Laika que viajaba en aquella bala de cañón.

Existen muchas hipótesis sobre la verdadera muerte de Laika.

En un libro que yo había leído en mi infancia (seguramente no por falta de información, sino por estar dirigido a los niños), se decía que Laika había regresado a la Tierra. Puede especularse que se haya quedado sin oxígeno antes de fundirse la nave en el reingreso a la atmósfera, o bien haya tenido el peor de los finales (o quizás una última piadosa dosis de veneno en la máquina que la alimentaba), pero definitivamente ha pasado a la historia como el primer corazón que ha latido en órbita en el espacio, y por otro lado el primero que muere en el reingreso a la atmósfera.

En vísperas de cumplirse 40 años de la fecha en que fue enviada al espacio, quienes pasamos la infancia mirando las estrellas con los sueños del Hombre en armonía con el Universo y descubriendo nuevos mundos, reconocemos en Laika un corazón como el nuestro.

Sobre las Utopías y los Proyectos, 2005

Texto escrito para el catálogo de Zelle 2005, Nössen, Alemania

Se ha extendido en los 90’s la idea de que el sistema político migraría inexorablemente hacia la disolución de los estados nacionales, la instauración de la relación directa entre las empresas o grupos de poder económico entre sí. Siguiendo con esa línea de pensamiento, la democracia (aceptada como el mejor sistema para el mundo occidental) debiera pasar a ser “electrónica” y atomizada, es decir que el electorado expresaría su voluntad respecto de los distintos temas desde su puesto de consumo/producción/servicio en forma continua, puntual e incorpórea.

Cuesta imaginarse bajo esas reglas el destino de más de la mitad de la Humanidad solo mencionando su imposibilidad de acceder a dicha red. Queda sólo la perspectiva colonial, en donde sólo una tercera parte de la población mundial está “dentro del sistema”, otra tercera parte es “colonizable”, y el tercio restante ya no importa a nadie.

Liberado el Mundo de la contraposición de sistemas político-económicos, el aspecto clave pasaría a ser el control de los recursos naturales, llámense petróleo, agua potable, proteínas, oxígeno, vías navegables, mano de obra barata, etc.

Según Herbert Marcuse el fin de las utopías ocurre sólo cuando las mismas se concretan. Solo en ese momento perderían su energía potencial, la cual (aceptando el principio físico de conservación) se acumula como en una batería o en un estanque y puede transformarse en energía cinética en los momentos de cambio/revolución.

Hoy día se visualizan innumerables agrupaciones, colaboraciones y redes de interés que tienen claramente una posición crítica respecto del Sistema.

Estas células, a su vez, aprendiendo de la mecánica del crecimiento de los virus, tratan de adoptar la naturaleza táctica de los “anticuerpos” para adaptarse permanentemente y evolucionar nuevas estrategias de acción, contaminación y reproducción.

En contraposición a una concentración hegemónica del poder, la aparición de núcleos de interés anti-sistema es cada vez más incipiente, aunque todavía falta mucho por perfeccionar respecto de los mecanismos de comunicación, asociación y enriquecimiento por debate de ideas.

Una civilización construida sobre las redes de información pareciera ser una utopía (por su vinculación con los no-lugares) por la inexistencia de las referencias geográficas, la desaparición de la cardinalidad y de las distancias. Pero la red de comunicaciones no es una construcción utópica en sí misma. Es solamente un no-lugar desde el punto de vista geográfico.

Pero desde el punto de vista socio-político, la utopía es una construcción de la intelectualidad del hombre. Ya no es una red mantenida por la energía eléctrica y con comportamientos y reglas propias, sino una concepción que se encuentra en cada una de las mentes de quienes las formulan. Están en ese no-lugar topográfico que es la mente de todos, pero tomadas individualmente.

Parafraseando a Benedetti, en lugar de hablar sobre “la muerte de las utopías” deberíamos preguntarnos si las que pensamos no fueron suficientemente “intrépidas”, animándonos a idear otras más atrevidas que las anteriores.

Tampoco podría afirmarse que la sublimación de una utopía colectiva sea el fin de las infinitas utopías que las mentes de cada individuo de la Humanidad pueden continuar creando.

La Ciudad Anarquista Americana, 2005

(Escrito por Ricardo Pons basado en textos teóricos de Christian Ferrer (1) en ocasión de presentar la Ciudad Anarquista Americana en Nossen, Alemania)

Perspectiva histórica

La “Ciudad Anarquista Americana (obra de construcción revolucionaria)” es un libro de indudable carácter utópico escrito en 1914 por Pierre Quiroule (seudónimo del francés Joaquín Alejo Falconnet) y editado por el diario libertario “La Protesta” (uno de los periódicos de mayor circulación a principios del Siglo XX en Argentina).

Esta obra se enmarca dentro de la categoría de las utopías libertarias generadas como respuesta a las críticas que se hacían a las ideas anarquistas de la época, afirmando que “querían destruir todo sin proponer algo a cambio”. En sus aproximadamente cincuenta páginas escritas con un estilo literario influenciado por el romanticismo tardío, describe en forma de novela una ciudad utópica ideal basada en el pensamiento anarquista, siendo el elemento más pintoresco del libro un colorido plano general de la ciudad. El comportamiento individual, la educación, la higiene, la alimentación, qué hacer con los “restos” de la economía y sociedad anteriores, el nuevo sistema productivo: todos estos temas son tratados.

Pueden inferirse fácilmente las fuentes inspiradoras de la ciudad utópica de Quiroule, tanto en su estructura como en su contenido ideológico: “La société au lendemain de la révolution” de Jean Grave, la “Utopía” de Thomas More, “News from Nowhere” de William Morris, y por sobre todo el pensamiento de Kropotkin.

¿Dónde sitúa físicamente Quiroule su “Ciudad Anarquista Americana”? El autor menciona algunas referencias (utilizando nombres metafóricos) tales como la provincia de la “Santa Felicidad” (sin dudas la provincia de Santa Fé) al norte de “Las Delicias” (seguramente Buenos Aires) situada a orillas del “río Diamante” (el Río de la Plata). Ubicar la utopía en la llanura de la Pampa contrasta con algunas experiencias anarquistas reales tales como la del anarquista italiano Enrico Malatesta, quien además de trabajar activamente en Buenos Aires, buscó el oro de la Patagonia “…A mediados del siglo XIX la Patagonia era sinónimo de territorio desconocido…””…Era el mundo exclusivo de los Tehuelches y Mapuches. Y aún circulaban leyendas improbables sobre la existencia de El Dorado, la ciudad forrada en oro que buscaron afanosamente los conquistadores españoles…” (2). Otro punto importante que puede vincular la ficción de Quiroule con la Utopía de Thomas More (quien sitúa su sociedad imaginaria en el “Nuevo” Mundo – tierra virgen donde construir un ideal distinto de la realidad europea de aquella época), es que el autor no solamente imagina el comienzo de la revolución en Sudamérica, sino que poco tiempo después al fracasar su propagación en Europa (donde se establece una tiranía decadente) ambos sistemas conviven. Este elemento refuerza la idea de la posibilidad de “islas”, “células” o “utopías regionales” como alternativa a los modelos que sólo proponen soluciones “universales”.

También es importante considerar la coordenada temporal del relato de Quiroule. Si bien el libro fue escrito en 1914, el relato comienza en un pasado relativo (puntualizando el año 1910 como el del comienzo de la revolución), y se extiende hacia una época que podría situarse en el año 1930 (el futuro para el lector). Esto lo diferencia de la mayoría de los relatos utópicos los cuales suelen ubicar su eje de tiempo completamente en el futuro.

La pregunta de cómo llegó a generarse en Argentina esta obra de pensamiento tan particular encuentra su explicación en la gigantesca corriente inmigratoria europea que poblara este país entre la segunda mitad del Siglo XIX y la primera del Siglo XX que trajo como “equipaje” la “importación” de ideales anarquistas junto con otros elementos constitutivos de nuestra idiosincrasia. Un dato trascendente es que uno de las primeras asociaciones de trabajadores fue un importante sindicato anarquista (Federación Obrera Regional Argentina – FORA) “...Hacia 1910, la policía calculaba que había entre 5000 y 6000 fieles a “las ideas” en la Argentina. Esa cantidad de anarquistas organizados era altísima. En la mayor parte del mundo, apenas un puñado de partidarios y simpatizantes – la mayoría, inmigrantes o viajeros- activaba intermitentemente, mantenía alguna correspondencia con centros emisores de ideas, se involucraba en huelgas, o bien editaba alguna publicación”…”la historia de los anarquistas es la historia de las experiencias migratorias.”…(3).

Todas esas individualidades eran como “células” de un “tejido” internacional: “… Al comienzo no eran más que un puñado de personas diseminadas por Europa alrededor de varios padres fundadores cuyas obras nutrirían su patrística: Bakunin, Proudhon, Kropotkin, Malatesta; luego serían cientos los “apóstoles de la idea” que la dispersarían por ultramar…””…más tarde llegarían los organizadores de sindicatos y huelgas: ceneteros, foristas, wooblies, y junto a ellos los indómitos y los “indisciplinados”, casi siempre fuera de la ley y sólo atentos al cristo de sus convicciones…””…Y sin embargo siempre fueron pocos, una especie en peligro de extinción, aves fénix. La flora y fauna anarquista es el fruto y cría de una evolución plástica, cuyas mutaciones se combinaron entre sí o se enrocaron con otras ideas y prácticas entre 1850 y la actualidad. La migración anarquista fue un proceso exitoso aunque caprichoso, al igual que los desplazamientos de un caballo por el tablero de ajedrez…” (4).

El discurso de Quiroule no admite duda alguna acerca del indiscutible triunfo de la revolución, cosa muy contrastante con las posibilidades reales: …”De todas las ideologías nacidas en el siglo XIX, el anarquismo era la más improbable. Fue, ese siglo, pródigo y prolífico en invención de ideas y organización comunitaria…””…Y todas ellas fueron históricamente necesarias, refugios de la tormenta industrial o bien músculos dispuestos a dar cuenta de los restos del antiguo régimen, o del nuevo. Pero el anarquismo no. Fue una aparición asombrosa, o más bien la anunciación de un problema insoluble tanto en el marco cultural de los regímenes liberales y conservadores modernos como en el del próximo “mundo igualitario” del comunismo…” (5). Sin embargo, la “factibilidad” subyace en forma permanente como elemento de tensión en la “Ciudad Anarquista”. Cada propuesta es valorada como “remedio” a un “mal del pasado” para de alguna manera asegurar que su adopción es inexorable.

El modo de organización social era acorde con las ideas anarquistas: inexistencia de las jerarquías (“nadie tenía poder por sobre nadie”) siquiera en la pareja humana o en la relación con los hijos, los cuales eran separados de los padres para ser educados en las “Pouponnieres”. “…El modelo usual de la representación política es inconciliable con las ambiciones anarquistas, porque el objetivo anarquista es la crítica y destrucción del poder separado, en cualquiera de sus formas…””…Y no fueron solamente sus actos impulsivos y sus personalidades irreductibles la causa del halo luciferino que les fuera endilgado; también lo fue el hecho de pretender derribar al pétreo dios de la jerarquía, al que distintas sociedades han padecido o resistido a lo largo del tiempo pero al que nunca fueron capaces de imaginar acéfalo, excepto en las utopías felices…” (6).

Así como en el resto del mundo, en Argentina las ideas anarquistas no prosperaron en la práctica. La sociedad dista mucho de los ideales libertarios individuales, o de los esfuerzos colectivos de las agrupaciones de trabajadores que en pretéritos tiempos convocaron multitudes. Pero sin embargo, en grupos mucho más reducidos aún circula el periódico “La Protesta” tratando temas de actualidad. “…Una historia de la disidencia y de las luchas por las libertades negadas o conculcadas necesariamente debe tenerlos en cuenta…” (los ideales anarquistas) “…Fueron sus cabezas de tormenta. Los primeros en anunciar y promover algunas libertades que hoy se disfrutan en partes del mundo...””… De no haber existido anarquistas, nuestra imaginación política sería más escuálida, y más miserable aún. Y aunque se filtre a “cuentagotas”, la “idea” sigue siendo un buen antídoto contra las justificaciones y los crímenes de los poderosos…” (7).

Propuesta conceptual

La simulación 3D en computación implica necesariamente un ejercicio de construcción/de-construcción. Independientemente de las distintas herramientas o artefactos disponibles en las distintas épocas, este ha sido siempre uno de los mecanismos de adquisición de conocimiento. El análisis del conjunto, la división en partes, el análisis individual, luego la generación del modelo, su síntesis y finalmente la reproducción para el estudio de situaciones conocidas o hipotéticas.

La acumulación y transmisión del conocimiento ha cambiado dramáticamente con el desarrollo de los medios informáticos. La circulación de información, que a su vez es sinónimo de poder real, se concentra cada vez más en una porción minoritaria de la Humanidad. Por otro lado, el uso de la navegación tridimensional, al copiar nuestros patrones físicos, habilita formas virtuales muy útiles de conocimiento del mundo, o de compartir información.

Así como en el plano literario, la metáfora es uno de los más poderosos elementos de comunicación y de transmisión de cultura e ideas, puede considerarse también que una simulación modelística puede representar también una metáfora de la realidad.

La instalación de la “Ciudad Anarquista Americana” más allá de un ejercicio estético, plantea una postura reflexiva acerca de la necesidad de ensayar utopías regionales o locales en un mundo en donde abrumadores medios técnico-económicos vehiculizan la imposición de un único sistema de valores y al mismo tiempo de control. Esas utopías regionales o locales deberán actuar como células biológicas que aprendan las distintas estrategias de los virus para evitar la acción de los anticuerpos del sistema. A su vez los mensajes de comunicación entre las distintas utopías regionales deberán ayudar a constituir así un tejido vivo.

Notas:

1 Christian Ferrer es argentino, ensayista y sociólogo. Nació en 1960. Enseña Filosofía de la Técnica en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Entre sus libros se encuentran “El lenguaje Libertario y Mal de Ojo”, “Ensayo sobre la violencia técnica”, “Prosa plebeya” (recopilación de ensayos del poeta Néstor Perlongher), y “Lírica social amarga” (compilación de escritos inéditos de Ezequiel Martínez Estrada). Su último libro editado se llama “Cabezas de Tormenta”.
2,3,7 Cabezas de tormenta (ensayos sobre lo ingobernable) Pág.42, 17 y 12 respectivamente. Christian Ferrer, Ed. Utopía Libertaria, Buenos Aires, 2005.
4,5,6 Ave Fénix (la supervivencia de las ideas anarquistas) Christian Ferrer, Buenos Aires, 2005.

La Velocidad, el Espacio Virtual, los Simuladores, 2004

(Texto escrito durante el desarrollo del Proyecto Pulqui 2)
El vector de desarrollo del siglo XX fue sin duda la velocidad, entendida originalmente como capacidad física de desplazamiento; pero en sus postrimerías, y claramente en el siglo XXI, esto ha ido experimentando una metamorfosis. Paul Virilio repitió este concepto hasta convertirlo en un mantra de la Posmodernidad: la velocidad de traslado transmutó en velocidad de navegación; migramos de la búsqueda de propulsantes cada vez más poderosos a la implementación de redes cada vez más rápidas. El nuevo vector de desarrollo sería entonces el ancho de banda entendido como la capacidad instantánea de intercambio de las redes, es decir la cantidad de información que podemos procesar por cada segundo. La promesa de la nueva Internet de alta velocidad redobla la apuesta: no se requiere ya de la velocidad física para propagar e imponer las reglas del sistema económico. Citando a Jean Baudrillard (otro pope del posmodernismo) podemos decir que el sistema fue convirtiéndose primero en ubicuo y oportuno (necesitaba imperiosamente de la velocidad para llegar en tiempo y forma), luego en orbital (también era necesario superar la velocidad de escape para poder contrarrestar la atracción de la gravedad y mantener una velocidad orbital mínima para no ser fatalmente atraído por la Tierra) y finalmente en omnipresente (sólo son necesarios el ancho de banda y las redes como medio de transporte). Los otrora importantes esfuerzos por el "más rápido, más alto, más lejos" para la expansión del modelo económico en tiempos de paz o en tiempos de guerra se reorientaron hacia la implementación de un circuito global donde lo que se mueve es el escenario y no el espectador. Nuestras pantallas nos muestran el mundo en movimiento, y esa ilusión de desplazamiento convierte la caduca experiencia física en una navegación virtual, dependiendo del ancho de banda disponible en lugar de los kilogramos de empuje de nuestros viejos propulsores.

Los simuladores de espacio virtual (aquí una referencia obligada a las investigaciones de Lev Manovich) representan de alguna manera una paráfrasis de la red dentro de la red misma, del espacio virtual recorrible dentro del universo virtual; una ilusión de infinito explorable dentro de una caparazón adimensional e isodireccional. Se han desarrollado múltiples simuladores sobre la base común de un programa capaz de traducir dinámicamente un modelo de universo de tres dimensiones a la perspectiva de dos dimensiones de la pantalla, permitiendo auscultar, navegar, explorar. Tanto los simuladores de vuelo para el juego o entrenamiento como los de carreras automovilísticas sobre el terreno comparten varios aspectos comunes. La primer idea es la de campo visual, que se puede entender fácilmente por su analogía con la vida real. Llevado al espacio virtual puede ser representado como una esfera en la que el espectador navegante se ubica en el centro y cuyo radio es el rango o profundidad de campo. Luego tenemos el escenario que puede representar, por ejemplo, el terreno por sobre el cual nos desplazamos y los objetos que en él se encuentran (es importante entonces para los simuladores la habilidad de representación geodésica). La intersección entre la esfera formada por nuestro campo visual y el escenario sería el horizonte. Como en un lugar oscuro donde vamos avanzando con una lámpara, nuestro universo visible y por lo tanto perceptible es armado y desarmado conforme nos desplazamos. Mientras navegamos, lo que tenemos por delante se va componiendo considerando como límite nuestro campo visual, mientras que lo que dejamos atrás se desvanece, ya que una vez que pasamos por un punto, conservar información desactualizada no tiene sentido desde el punto de vista de la transmisión sensorial. Nada más inútil en el mundo virtual que esforzarse por mantener lo que está más allá de nuestro campo visual: analogía de la navegación por Internet, la cual por su inmaterialidad, su ausencia de masa, se diferencia de nuestra relación con el material gráfico tradicional y nuestra vieja manera de concebir el mundo. Es un universo que se puede percibir conforme lo recorremos; se compone y descompone en la pantalla en la medida que navegamos. ¿Qué sentido tiene almacenar la información más allá de nuestro campo visual, si creemos que al regresar todo volverá a representarse nuevamente?  Sólo nos quedan las sensaciones, los estados de ánimo, los recuerdos sensibles o informativos. De alguna manera esto alimenta la sensación de "banalidad" de la red por la acumulación voluntaria o involuntaria de sensaciones remanentes que pueden llegar a anestesiar nuestros sentidos.

Nuestro puesto de navegación no nos transmite los efectos que provocaría la presencia de masa: la aceleración, la desaceleración, los giros bruscos, la meteorología. En cambio, transmite alteraciones en el espacio representadas a través de efectos visuales y sonoros. Las percepciones logradas a partir de movimientos o vibraciones inducidas al cockpit de los simuladores de vuelo avanzados no llegan a alcanzar todavía la ilusión del viaje tradicional, pero será sólo cuestión de tiempo y dinero invertido profusamente en la industria de los juegos o de la guerra real.

En los entornos de simulación virtual, la orientación sigue siendo válida, así como también la posición relativa. Independientemente de cuál sea la caparazón o representación del exterior de nuestro cockpit (un avión, una nave espacial, una moto o un auto de carrera), siempre será relevante nuestra situación respecto del sistema de referencias (¿estamos cabeza abajo, hacia cuál dirección estamos yendo?).

Hoy en día la navegación en Internet se nos presenta inmaterial y libre. Pareciera que a nuestra nave sin masa, y por lo tanto sin inercia, le da lo mismo desplazarse en cualquier dirección. Sin embargo, no pasa exactamente eso en todos los territorios de la web. Nuestros movimientos son registrados, "logueados". El espacio virtual puede adaptarse en función del análisis de nuestros patrones de movimientos previos (por ejemplo, en las páginas comerciales, la oferta del "cross-selling", o en un juego de guerra, las escaramuzas de nuestro oponente virtual), o bien puede controlarse nuestra identidad virtual y negársenos el acceso a un determinado espacio. Tenemos la sensación de que todos estos inconvenientes pueden ser fácilmente sorteados simplemente reiniciando el programa. Sucede como en un simulador de vuelo al colisionar con un elemento del escenario o al intersecar una zona sólida o prohibida, o luego de la pérdida de la última de nuestras vidas virtuales en un juego.

Sin embargo, no siempre es así, por ejemplo cuando transaccionamos comercialmente en la web. El trasponer un espacio prohibido o el efectuar un débito en una cuenta ya no mantienen la inmaterialidad del simulador de vuelo o los juegos. En la medida en que la red siga avanzando y evolucione, se irán multiplicando los lugares sólidos, las puertas de acceso, e irá sublimando, consolidando referencias absolutas. Justamente, una de las habilidades ejercitadas por los hackers es poder evitar la masa virtual, navegar inmaterialmente en cualquier espacio, atravesar los sólidos virtuales.

Respecto del escenario en los exploradores de espacios virtuales (por ejemplo el mundo entero para el simulador de vuelo) viene aquí al caso aclarar que estos programas nos proveen la posibilidad de reproducir exactamente el planeta o bien generar ambientes imaginarios, momentos del presente, del pasado o del futuro. A diferencia de los desplazamientos reales, el desplazamiento virtual plantea el tiempo como una variable independiente. Nos obliga a pensar el viaje como una combinación de tiempo y espacio. Debemos obligatoriamente definir reglas para ambas variables. En cambio, el desplazamiento informativo/dispersivo en la web podría ser totalmente atemporal.  Basta sólo con navegar en Internet a través de un buscador sin limitar el entorno de tiempo en la selección de páginas: los artículos de diferentes momentos se mezclan. Es como una masa isomórfica e isotemporal de contenidos. Se nos presentan juntos un artículo sobre el terrorismo publicado antes o después del 11-S quedando a nuestro juicio la interpretación diferencial de los mismos.

Esta propiedad de los simuladores de incluir la variable tiempo pudiéndola manejar en forma consciente y arbitraria, incorpora un elemento con posibilidades lúdicas o bien la chance de remitirse a escenarios del pasado para reproducir situaciones pretéritas, o bien posicionarlo en el futuro para predecir comportamientos de los sistemas simulados. Ambas habilidades agregan a los simuladores una potencialidad didáctica que puede ser utilizada para cualquier fin, ya sea para entrenar a un piloto de ambulancia o a un terrorista suicida. Esta maleabilidad temporal, juntas con la capacidad de representación, por sobre todo interactiva, conforman un interesante territorio de trabajo e investigación.

A diferencia del fenómeno de la televisión comercial, la cual ya había explorado con éxito la omnipresencia del mensaje, Internet agregó la interactividad (si bien Internet dista muchísimo aún de igualar la penetración de la TV al interior de todos los países y las clases sociales). La posición relativa del espectador-navegante y sus posibilidades de interactuar son evidentemente los diferenciales con respecto al fenómeno de la televisión o el cine. No es lo mismo un documental sobre acontecimientos registrados en el pasado que interactuar con un escenario virtual situado en un momento histórico determinado. Cabe aquí también la pregunta acerca de la posibilidad de que un viajero virtual pueda “alterar el pasado” con sus acciones, tal como ocurre con la vasta e inabarcable especulación sobre las “máquinas del tiempo”.

La web probablemente no sea aún el sitio donde poder materializar una utopía. Es un lugar (más bien un no-lugar, lo que pareciera hacerlas coincidir etimológicamente) en donde conviven múltiples proyectos junto con infinidad de sinsentidos. El propósito comercial/utilitario termina expresándose siempre en el desarrollo necesario de la tecnología de hardware y software involucrados, el soporte de la continuidad del servicio, etc. Es un vehículo nada despreciable para comunicar, interactuar, generar expresiones artísticas, sociales, políticas, pero en su estado actual de evolución pareciera no representar aún el terreno para el nacimiento de una verdadera utopía.

La característica "portable" o "autoportable" de un software de simulación, creemos, nos brinda un ambiente más propicio.

La revolución que provocó la computación personal en los años 1980’s se basó en la posibilidad "democrática" de acercar el poder de cálculo de la computación al medio masivo. Antes de esa operación técnico-económica, alguien que hubiera querido acceder a una computadora tenía que hacerlo en una universidad o en una empresa solicitando una porción de un recurso escaso y compartido.

A nuestro modo de ver una PC desconectada puede servir como espacio para ensayar una utopía virtual, más aún si esta herramienta se combina con un programa de simulación.

Luego, varios simuladores podrían conectarse entre sí fuera de los soportes de Internet logrando que un grupo de personas compartan un escenario virtual (espacio y tiempo).